El encuentro de Jesús con la samaritana, nos despierta sentimientos de ternura, de paz y de amor.

Muchos desearíamos sentarnos en aquel brocal del pozo, y de recibir de Jesús una visión más liberadora y universal de nuestra fe; que nos arranque de nuestro reduccionismo religioso y haga brotar en nosotros un manantiald e vida nueva.

La samaritana, que siempre acudía al mismo pozo, descubrió en Jesús al Mesías.

No requirió de un milagro alguno, sólo del encuentro con Jesús, que con sus palabras se ha introducido en el manantial interior de la mujer.

La hizo descubrir que su fe es mucho más que un ritualismo, es el don que la hace persona delante de Dios.

Igual que ella, nosotrospodemos dialogar con Jesús y hacernos las preguntas más importantes de nuestra vida: ¿Por qué si vivo mi fe, de la mejor manera, parece que no se apaga mi sed interior? ¿Cuál es el verdadero culto a Dios? ¿Dónde está el agua de la vida? Si Jesús sabe todo lo que hemos hecho, “me dijo todo lo que he hecho”, ¿Lo reconocemos como Mesías?

El Evangelista Juan ha querido que nos detengamos en este signo de universalidad de Dios y de la recuperación de nuestra identidad.

En elfondo todos los pueblos llevamos una fuente de vida que es la del Espíritu de Dios.

Pero es necesario quitar los obstáculos para abrevar de esa agua viva, tales como: la idolatría y los nacionalismos; pensar que la relación con Dios es cultual y no personal. Y pensar a Dios de manera exclusiva, acaparadora o excluyente.

Desde esta imagen de la samaritana, descubramos nuestro propio manantial interior; intentemos estas tres actitudes:



1. Descubramos nuestra sed



La samaritana pretendía apagar su sed en la antigua tradición. ¿Cuál es nuestra sed? ¿En dónde hemos intentado apagarla? ¿Por qué seguimos con sed de Dios? Quizás es porque el agua que bebemos no se convierte en nuestro interior en manantial de vida, no llega a la raíz.

Quizás porque nuestra relación con Dios ha sido cultual y no personal.



2. Descubramos la gratuidad de Dios



El apóstol Pablo nos dice que dificilmente habrá alguien que quiera morir por un justo; sin embargo, Cristo muriópor nosotros, cuando aún eramos pecadores.

Es decir, cuando parece que no merecíamos nada.

La samaritana dscubrió también la gratuidad de Dios en aquel pozo. Si Jesús le pidió agua, fue sólo como una muestra mínima de solidaridad.

Si descubrimos la gratuidad de Dios, hemos de ser solidarios con toda persona, por encima de las barreras políticas, cultuales y religiosas.

Demos con nuestra conducta una prueba elemental de humanidad.



3.- Descubramos el donde Dios



Es su Espíritu, dinamismo de vida y de amor. Esta gracia suya nos comunica la capacidad de amar desde lo más íntimo. la ley externa despersonaliza o cosifica; la ley del Espíritu personaliza y comunica una vida alta que supera todo, inclusola muerte.

La práctica del amor es lo único que puede saciar nuestra sed, o nuestras ansias de eternidad.

El espíritu que nos personaliza, es el lugar del verdadero culto a Dios. Nuestra misma existencia dedicada al bien.



Después del Pozo ¿Cómo está nuestro manantial interior? Abrevemos en él.