Invertir los valores
VI Domingo Ordinario Ciclo C
Jer 17, 5-8; Sal 1; 1Cor 15, 12. 16-20; Lc 6,17. 20-26
Invertir los valores
En el sermón del llano, encontramos una enseñanza que marcará nuestra vida y la manera de dirigirla. Las bienaventuranzas son consideradas como la carta magna del cristianismo. Quien logra vivir de acuerdo con los valores que aquí se presentan, se convierte en un cristiano auténtico. Lucas presenta las bienaventuranzas de manera breve, solo cuatro; mientras que Mateo se extiende sobre nueve. La novedad en Lucas radica en su contraparte: los cuatro, ¡Ay!
La gran muchedumbre y el pueblo que vienen a encontrarse con Jesús, espera la liberación. Los que asistieron aquel día conformaban una mezcla: el grupo de los que han venido de Judea y Jerusalén, que representan la institución, y el grupo de la diáspora, venidos de Tiro y Sidón, que representan a los marginados y paganos.
Jesús no da esperanzas para un grupo determinado. Más aún, ha roto con la institución judía y está creando un Israel paralelo. Los que lo siguen esperan eso, una restauración de Israel.
La propuesta de Jesús es revolucionaria: invertid los valores. Es la única manera de construir la nueva sociedad, la única manera de pregustar el Reinado de Dios.
Para nosotros, creyentes de este tiempo, invertir los valores es también un reto grande, pero lo necesitamos, lo deseamos y está a nuestro alcance. Seríamos la peor generación de cristianos si no nos dejáramos tocar por la propuesta de Jesús. Aceptar la sociedad tal cual, solo con valores horizontales y simulando no ver la injusticia, nos colocaría no en el lado de las bienaventuranzas, sino en el lado de los desdichados. ¿Cómo queremos vivir, desde la bienaventuranza o desde el lamento?
Invirtamos los valores, intentemos estas tres actitudes:
1 -Hay que optar cada día
Bien plantado, junto al agua, bebiendo de la confianza en Dios antes que de los hombres, para no vivir como cardo en la estepa, en la aridez del desierto, siguiendo la imagen de Jeremías en la primera lectura, implica vivir bien definidos. En la sociedad debemos escuchar al ser humano, pero confiar primero en Dios.
Optar cada día por Dios, por plantarse desde Él, como un árbol junto al agua que hunde sus raíces en la corriente, esto es el inicio de la inversión de nuestros valores.
2 -Alimentarse de la vida del resucitado
Solo así alcanzamos a ver hacia el futuro. Los sacramentos son un viático para nuestro camino. El destino final de nuestra vida resplandece más allá, en la certeza de nuestra fe.
Alimentarse de la vida de Cristo resucitado nos lleva a relativizar, no la fe o la moral, sino al mundo. San Pablo dice con dolor en su corazón: “Si nuestra esperanza en Cristo se redujera tan solo a las cosas de esta vida, seríamos los más infelices de los hombres”.
3 -Construir la sociedad alternativa de Jesús
¿En qué sociedad vives tú? Cierto que está la sociedad de nuestra ciudad, colonia, familia y de amigos. Pero en ese mundo de relaciones, ¿cómo construimos desde los valores del Reino?
Invertir los valores de la sociedad nos pone frente a la felicidad, y nos libera de la desdicha.
En el sermón de Jesús:
-Los pobres son bienaventurados, porque son sensibles a las carencias de los demás; se involucran. Estos pobres invierten los valores de la sociedad, no desde la violencia o la imposición, sino desde su opción por la pobreza; es así como minan las bases de la sociedad y, por eso mismo, son perseguidos. Ponen en evidencia la injusticia social. Los pobres de estas bienaventuranzas podemos ser cada uno de nosotros, cuando nos atrevamos a eliminar la causa de la injusticia; así, desde nuestros alcances, invirtiendo los valores de la sociedad en todas nuestras relaciones y no tolerando en ellas el asomo de la injusticia.
-Los ricos, son los que se desentienden de la injusticia.
Invertir los valores, implica construir la sociedad alternativa de Jesús, siendo signo de provocación; hay que poner en evidencia los subvalores que propone la sociedad y hacer vida los supervalores del Reino.
Construir la sociedad alternativa, supone tener poca fama, incluso ser rechazados; pero esto solo confirma que lo estamos haciendo bien. El rechazo o la persecución es el sello de nuestra autenticidad.
¿Cuán rico… cuán pobre… cuán auténtico? ¿Cuán bienaventurado quieres vivir?